POR QUÉ NUESTRO AMOR POR LOS AGUCATES “ SÍ “ ES SOSTENIBLE.
Juan Camilo Ruiz Pérez.
juancamilorp@gmal.com
Espero que hubiese sido mera coincidencia.
Vuelvo sobre el artículo de Clare Finney,
redactora de cocina y gastronomía del periódico londinense “The Guardian”, de
noviembre 1º. quien escribió: “Fin del aguacate: porqué los chefs están
abandonando la fruta insostenible.” Lógicamente sobre el aguacate. Espero, digo,
que hubiera sido solo coincidencia, dado que al día siguiente se iniciaba la cumbre
de Glasgow -COP 29 -, sobre el cambio
climático, dado el adjetivo “insostenible” del titular de su escrito, y el
cultivo del aguacate hubiese podido ser una “gran presa”, en esa oportunidad para
darle la razón a quienes - dado su vertiginoso crecimiento en el mercado, el
gran aprecio y acogida de que goza y los problemas sociales, económicos, políticos
y ambientales que se le endilgan – arremeten contra ese artículo alimenticio.
Una de las fuentes de consulta para la
periodista es un artículo aparecido en la publicación “Agricultura,
Alimentación y Cultura” del 31 de enero de 2020, escrito por Honor May Eldridge:
“Por qué nuestro amor por los aguacates no es sostenible.” Debo reconocer
que Honor May escribió un excelente artículo y lo documentó bastante bien, pero
no del todo, porque la totalidad de los datos de su artículo son basados en
hechos y datos mexicanos, y con bastante énfasis en la realidad del Estado de Michoacán.
Y lo hizo bien, dado el tamaño y la importancia de México como el primer país
productor de aguacate del mudo, condición y ventaja que seguirá sustentando por
varios años más, pero dejando de lado las particularidades del cultivo en otras
áreas y países donde se cultiva y comercializa.
Mucho va de cómo se cultiva el aguacate en
México y particularmente en varios de sus municipios y estados, con la específico
de sus circunstancias y particularidades del medio, y otra como se cultiva en
Perú, en Chile, en Ecuador, en España y en Colombia, desde donde escribo. Por
ello, su conclusión de la “no” sostenibilidad futura del aguacate, es excluyente y no es lo
suficientemente concluyente.
Un hecho en el que vine a reflexionar después de muchos años de vida profesional y vine a entender después de observar hechos cotidianos, de acompañar movimientos sociales, de enfrentar conflictos y procurar soluciones, es que los recursos naturales son históricos, es decir, tienen un "aquí" y un "ahora". Esto quiere decir que si bien los recursos naturales han estado siempre en un lugar y en un tiempo, hay un momento particular y específico en el cual estos recursos naturales asumen sus condiciones de historicidad, de temporalidad, de localidad, de sostenibilidad, entran en ellos las sociedades, con sus demandas, necesidades, controversias, apropiaciones y usos.
En Colombia, la expresión “Eldorado” hace referencia a un lugar mítico que se suponía tenía grandes reservas de oro y que estaría ubicado en alguna parte de su territorio. Fue buscado por los exploradores españoles, alemanes e ingleses con gran empeño.
Casualmente coincidía ese territorio,
en alguna medida, con algunos, que según los etnobotánicos que han
abordado el tema, fueron la cuna del aguacate.
¿O sería que el aguacate era
“Eldorado”?
Hoy, la expresión “Eldorado” hace
referencia a una situación maravillosa, extraordinaria, abrumadoramente
abundante, excepcionalmente rica, por fuera de lo común. Para esta ocasión la
aplicaremos al caso del aguacate o la palta, en Colombia.
Hace solo menos de
veinte años empezamos a industrializar su cultivo, y solamente diez, a incursionar
en el mercado internacional.
No obstante, este
producto ha estado inmerso en nuestra cultura desde tiempos inmemoriales. Su
presencia es tan connatural para cada colombiano como lo es el sol o el aire,
la lluvia o el viento.
En todas nuestras
casas campesinas y en muchos de los hogares de nuestras ciudades con un palmo
de tierra más allá del necesario para criar los hijos, convive con nosotros.
Colombia no es “ninguna aparecida” en el mundo del aguacate.
Medellín, Colombia. Noviembre 7 de 2021
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