viernes, 3 de septiembre de 2021


 

SAMUEL SALAZAR GARCIA

EL “SALOMÓN DE LOS AGUACATES”.

 

Juan Camilo Ruiz P.

juancamilorp@gmail.com

 

La vida me ha puesto, en unas ocasiones, en el ámbito académico, científico e investigativo y en otras, en el campo de la administración, de la producción, de la operatividad.  Ello me ha permitido ver que existe, casi siempre, un muro divisorio imaginario entre el uno y el otro que se hace casi infranqueable. La posibilidad para poderlo franquear es a través de artículos científicos, informes de laboratorio, libros extensos, seminarios, simposios o congresos. Pero encontrar, en una persona la unión de lo teórico y lo práctico como una forma de desarrollar la vida, el hecho que el conocimiento científico y el hacer, sean una solo cosa, en muy raras oportunidades las he visto en mi vida. Pero una de las personas con el nivel máximo entre el saber y el hacer, en predecir y demostrar, entre el conocer y ejecutar, la vida me dio la oportunidad de verlo en Samuel Salazar García.

Eso me llevó a través de conocerlo, tratarlo y gozar de su amistad, a acuñar una expresión para definirlo: “Samuel, es el Salomón de los aguacates”. Samuel hablaba con ellos y hacia ver simple y fácil su cultivo.  

Tuve la ocasión de conocerlo a mediados de la década de los 90´s cuando en Colombia, en Antioquia más concretamente, un grupo de ilusos y aventureros nos dedicábamos a dar los primeros pasos en el cultivo del aguacate, lo invitamos a hacer parte del primer seminario que se dictaba en el país sobre el tema. Lo escuchamos absortos. A partir de entonces se estableció una muy estrecha relación, que habría de ser duradera, hasta el último día de su vida, y que con el tiempo traería inmensos beneficios para los productores y comercializadores de aguacate de Colombia y permitiría desarrollar una verdadera revolución en el campo productivo, con un inimaginable impacto en los ámbitos científico, económico y social.

En adelante, no hubo congreso, simposio, seminario, en cualquier parte del país, en el cual Samuel no estuviera ofreciendo sus conocimientos. Cuando él exponía, los diversos auditorios y salas de presentación se llenaban a reventar.  

Los empresarios que querían acometer un robusto programa de producción lo tuvieron como su asesor casi que permanentemente, lo mismo que varias dependencias del gobierno central del país, que han promovido el cultivo, lo tuvieron como consultor.

Esas estrechas relaciones que estableció en Colombia le permitieron observar hechos nuevos para incrementar sus conocimientos sobre el comportamiento del aguacate, dadas las particularidades que registra el producto en el en el Trópico, llegando a conocer, con precisión de detalle, la edafología, climatología, fenología y demás condiciones agroecológicas de muchas regiones y municipios de la geografía aguacatera colombiana. Desde Alejandría en Antioquia, hasta Güatica, en Risaralda, pasando por los campos de Caldas, el Quindío y el Norte del Valle.  

Este impartir y divulgar conocimientos, de la misma manera que lo hacía en Colombia, lo hacía también en los distintos estados de su México del alma, en California, en Perú, en Chile, en Guatemala, en Costa Rica, en Ecuador, en España, Australia, Nueva Zelanda, etc. con nivel de detalle pese a las diferencias agrológicas de los diferentes países. Lo vi saludar por su nombre, a agricultores de diversos países con quienes establecía relaciones personales y estrechas, preguntándoles por sus huertos, lo mismo que a investigadores, por el desarrollo de sus experiencias y a comerciantes del producto, por los resultados de sus gestiones.

Presidía o integraba los comités académicos de los diversos congresos sobre el tema, tanto a niveles regional, nacional, latinoamericano y mundial, desde Jalisco, pasando por Pereira, hasta en los de Australia o Perú.

Es cierto que en Colombia se ha dado en un tiempo demasiado corto, un desarrollo vertiginoso en el campo del aguacate, pero para ello han tenido que presentarse y conjugarse situaciones muy específicas en el campo científico, económico y social, y en esos campos la presencia e influencia de Samuel, fue preponderante, aunque casi imperceptible y de bajo perfil, desconocida y casi que ignorada por muchos, especialmente por los recién llegados y por ello es necesario hacer estas remembranzas, para no olvidar a los pioneros.

Para el caso colombiano, desde el punto de vista científico, - que, quien quiera hacerse una idea de su inmensa obra, solo le basta ver en las redes sociales, los diversos índices de publicaciones sobre el tema - considero que su papel fue el de actuar como un promotor, un aproximador, un aglutinador, entre los investigadores de distintas partes del mundo, con la naciente comunidad científica del país. En los diversos aspectos, los neoinvestigadores le consultaban y el leía sus producciones, les recomendaba, les aportaba, como puede constatarse posteriormente en sus bibliográficas de los escritos correspondientes.

Con su apoyo fue posible interactuar con Mary Lu Arpaia, Carol Lovat y otros científicos de la Universidad de Riverside, en California, con Salvador Ochoa A, Daniel Tellis, José Luciano Morales, Alejandro F. Barrientos, Federico Hernández y otros más en México, con Francisco Gardeazabal, Raúl Ferreira, Francisco Mena, Mónica Facio, Ricardo Cautín, en Chile, para solo citar a algunos, ofreciendo excusas a aquellos a quienes que no menciono.  Sin un verdadero desarrollo científico, es imposible desarrollar una agricultura de calidad universal.

Gracias al aporte de los científicos e investigadores sobre el aguacate, de México, EE. UU. (California y Florida), Chile, España, Australia, entre otros, que compartieron sin restricciones y con todo el entusiasmo y generosidad sus conocimientos, Colombia recorrió en breve tiempo, los largos caminos que a ellos les llevaron años por andar.

Desde lo económico, es innegable que, por sus conocimientos y experiencia que fue adquiriendo con el tiempo sobre Colombia y sus condiciones, fue un gran promotor para la inversión económica. Sin duda fue muchas veces consultado, porque así me lo permitió saber, solicitándome el favor de enviarle alguna información o publicación que le sirviera de base, de apoyo y fundamento para elaborar informes, por importantes inversionistas y empresas productoras y comercializadoras de distintos países – México, EE. UU., Chile, Perú, entre otros - que procuraron su consejo y sus conceptos para descubrir a Colombia como tierra promisoria para el producto y para hacer con confianza sus inversiones en este campo. Sin ninguna duda, lo afirmativo de sus apreciaciones ofrecidas, permitieron la oportunidad para que las mismas se realizaran y hoy Colombia tenga el crecimiento preponderante que actualmente registra.

Desde el punto de vista social, sus conocimientos sobre el aguacate y sus condiciones de producción, sus conceptos agroecológicos y edafológicos ofrecieron certeza y seguridad sobre las aptitudes de una inmensa cantidad de hectáreas de tierra para el cultivo, permitiendo con ello que llegara la oportunidad, mediante la siembra y el desarrollo de actividades culturales del cultivo, el empleo y sustento de miles de familias, para legiones de hombres y mujeres en este campo agrícola.

No hay que olvidar que, por diversos factores de todos conocidos, muchas tierras en Colombia que estuvieron por muchos años abandonadas y sin ofrecer un verdadero beneficio y desarrollar una auténtica función socail, han encontrado, gracias al aguacate, una vocación y uso, que descubrieron con los aportes de esta revolución agrícola desarrollada por muchas personas y entidades, en los cuales Samuel, jugó papel de importancia.

Con Samuel y con otras personas y entidades, también muy meritorias por sus aportes, la producción del aguacate ha permitido que Colombia pase de una estrecha economía de sustento con características de Siglo XIX, a una agricultura de trascendencia internacional por sus volúmenes, la dimensión y globalización de su mercado, factores que la ubican con suficiencia en el mercado mundial, al igual que sus industrias: florales, del banano, el azúcar, la palma de aceite, etc.

Por lo aquí expuesto, Samuel Salazar García se ha convertido en un gran benefactor y promotor del desarrollo económico de Colombia.

Concluyo esta simple nota en su homenaje, recordando cuando me contaba de una aplicación electrónica elaborada en el INIFAP por medio de la cual, si se llevaba con rigor el registro de los programas de nutrición y fertilización requeridos por la fisiología de un cultivo de aguacate, los cultivadores mexicanos, de cada uno de los distintos estados, podían hacerle caso a lo que él decía cuando ponderaba el programa: “hoy, ya se pueden asomar por la venta y van a ver que sus árboles de aguacate ya están floreciendo.”

Samuel, simpe y llanamente, conversaba con los aguacates. Sabía con exactitud los días precisos y casi que la hora en la que iban a florecer, el índice óptimo de madurez y materia seca en la que estaban, para que la  pulpa no se adhiriera a la fruta por sobremaduracion, para que se diera una óptima fotosíntesis, una adecuada transferencia de azucares, y para que, en fin, se pudiera lograr una óptima palatividad que contribuyera a que el aguacate fuera cada día una autentica primicia en la mesa de cada una de los hogares del mundo.

Querido “Salomón”, querido Samuel, muchas gracias, paz en tu tumba. Que tengas un buen viento y buena mar.

 

Entrerríos, Antioquia. Colombia. Agosto 31 de 2021.