lunes, 1 de julio de 2019

CASI ME VOY PA´TRAS


Juan Camilo Ruiz Pérez
@Hassguacamayas


Entre muchas, una de las ventajas de los puentes festivos y de algunos fines de semana, es la de uno poderse dedicar a la lectura exhaustiva  de los periódicos dominicales, abarcando desde los titulares de la primera página, hasta los números de las loterías o aún, hasta mirar en los avisos clasificados la venta de cachorros de perros.

En eso estuve la semana anterior y me encontré con un artículo publicado en EL TIEMPO, sobre los volúmenes de venta de las principales cadenas de comidas, existentes en Colombia. 

Vi con satisfacción que son empresas colombianas las que encabezan la clasificación. El primer lugar lo ocupa Crepes &Waffles, con unas ventas anuales para 2018, de 529 mil millones de pesos, seguido de El Corral. Me llamó poderosamente la atención la suma casi que impensada a la que ascienden las ventas de las 16 principales cadenas de alimentos,  que es de un poco más de 8 billones de pesos. Una cifra increíble.

Para no cansarlos, adjunto el cuadro en mención. 

Periódico El Tiempo. Junio 23 de 2019.

Y me puse a pensar: a eso agréguele los restaurantes y otros negocios de comidas que no están entre estas 16 empresas. Los de la esquina, los de las plazas de los pueblos, los de carretera, en fin…

En esas estaba y de pronto se me alborotó el aguacatero que llevo dentro.

Y empezaron a surgirme  varias inquietudes: cuantos de los platos que ofrecen estas cadenas, incluyen aguacate? No menos de 5  platos. Cómo es la  gastronomía de los mismos ?, quién la enseña?, cuantas variedades de platos en total existen en Colombia que lleven aguacate? Si existiera un libro de gastronomía aguacatera de qué tamaño sería si se pudiera llegar a editar?. 

Cuantos platos de estas cadenas se sirven y consumen en un año?, cuantos aguacates requiere la preparación de cada plato?, cuál es el origen de cada fruto?, qué variedad de aguacate emplean para su preparación?, de qué calidad es cada uno de los que se utilizan?, qué inocuidad aseguran?, cómo son transportados?.

Quién los comercializa?, dónde?, cuál es el precio promedio?, cuál el volumen anual de su venta?.

Y fui llegando a varias conclusiones: la primera y tal vez la más importante es que el aguacate casi en su totalidad, es informal como casi todos los bienes y servicios de este país. La segunda, es que se requiere su formalización. 

Su producción no está organizada aunque el Gobierno, por medio del Ministerio de Agricultura está trabajando en ello, la gran mayoría de los productores no pertenece a ninguna organización, no se ha promulgado la actualización de los parámetros de calidad, o si se ha hecho, falta una amplia divulgación de los mismos. 

Y le siguen surgiendo a uno más preguntas: Cuanto dinero compone la canasta aguacatera?, de qué tamaño es esa su economía?, quién organizará a los productores?, quien puede agremiarlos?, quién puede asesorarlos?, Quién  está en capacidad de ayudarlos a desarrollar una buena producción y una buena  comercialización? 

El día en que encontremos respuesta a algunos de estos interrogantes, el aguacate será un producto de “pantalón largo” en la economía agrícola colombiana, será mirado con respeto y con atención por la dirigencia colombiana tanto gubernamental como privada. 


Por lo menos parcial y temporalmente concluía mis reflexiones con la seguridad que el mercado interno del aguacate en Colombia es de un tamaño que no logramos imaginar y que sin duda, aún es muy pequeña la cantidad de toneladas que exportamos, cuando deberíamos ser un gigante de este producto en la economía agrícola mundial.

Por eso,viendo estas cifras e imaginándome las respuestas a las inquietudes planteadas,  casi me voy pa´tras.




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