lunes, 13 de diciembre de 2021

 

PARA EL AGUACATE , EL AGUA ES SU ESENCIA.

Juan Camilo Ruiz Pérez

Juancamilorp@gmail.com



Quebrada "La Presidenta", El Poblado. Medellín, COLOMBIA 

Casi que con una dosis de humor, pudiera argumentarse con fundamento en filosofía y en especial, en la ontología misma, que no habría razón más contundente para contraponer a quienes le endilgan al aguacate y su cultivo, el maleficio de su antagonismo con el agua, contra quienes le atribuyen a su presencia en la tierra, una relación destructiva, aniquiladora, devastadora en todas sus formas, que afirmar que el aguacate es por esencia, agua.

Mal pudiera convertirse en su factor destructor, porque acabándola, se destruiría así mismo, desaparecería, cosa que no ha sucedido en una relación simbiótica de miles de millones de años, teniendo en cuenta que el aguacate es una de las primeras plantas superiores aparecidas sobre la tierra.

Puede afirmarse que el aguacate es inherente al agua desde el día mismo de la semana infinita de la creación, en el que se separaron las aguas superiores de las inferiores, hasta el punto que pareciera que era tanto el afán por estar sobre la tierra, que no pudo contar con algunos atributos de otras plantas superiores, que no pudieron desarrollarse en ella, como el hecho de carecer de pelos absorbente, lo que lo condenó a estar bajo amenaza eterna de la asfixia radicular.

El aguacate es por su esencia: agua. Aproximadamente el 75% del total de su contenido, es agua.

La polémica está en identificar si ¿es el ejemplar botánico el enemigo del agua?, o, es su cultivo y proceso cultural, las malas prácticas agrícolas las  causantes del antagonismo?.

                                               *****

Se anuncia la lluvia. (Juan Camilo Ruiz Pérez)

Además de las innovaciones que se establecen e implementan para el control de la pérdida o derroche del agua, por parte de los cultivadores de aguacate, existen razones de tipo científico para demostrar que no es el aguacate el gran drenador ni el agente causante de procesos de desertificación que se le endilgan.

Es cierto que el aguacate tiene un metabolismo diseñado para producir frutos con grasas y proteínas, lo que conlleva una alta extracción de nutrientes y agua, con valores calculados de 750 kg de agua por tonelada de fruto.

Es cierto también que el dosel (la copa – las ramas y frutos ) del aguacate por su arquitectura tiene una mayor exposición al sol, que conlleva a que la demanda por el agua sea mayor, dado los valores de evapotranspiración potencial.

También es cierto que el aguacate posee un sistema de raíces superficial con más del 90% de ellas en los primeros 70 cm de profundidad del suelo que causan una mayor demanda de agua.

No puede negarse que la contaminación de agua puede darse en el cultivo del aguacate, debido a un mal uso de la misma, principalmente con agroquímicos.

La salida de agua de la zona, también conocida como agua virtual, puede ser calculada hasta en 750 kg por tonelada de fruto en aguacate. Este concepto es un indicador físico que contabiliza los requerimientos en agua, de un producto agrícola o pecuario.

 

Son explicables las razones referidas, para dichas apreciaciones, sin embargo, deben conocerse varios hechos que llevan a desvirtuar las mismas y a entender que el mal no está en el aguacate sino en el manejo que se le da al cultivo del mismo.

Una de las condiciones esenciales, fundamentales, indispensables para cultivar el aguacate y evitar una posterior catástrofe económica, es que su cultivo se haga en suelos bien estructurados y estables, permeables, de textura franca, a veces con rocas basálticas fragmentadas que permiten el paso del agua a capas profundas, que el agua penetre, filtre y escurra fácil y de manera fluida, con alto contenido de materia orgánica, ligeramente inclinado para que se facilite el tránsito del agua.




Arco Iris. Entrerríos Ant. COLOMBIA.

Una axioma  en este campo: el aguacate requiere del agua, la necesita, la usa, pero no la retiene.

Lo que sobra, va hacia los acuíferos, que son reservorios de agua, no muy profundos, que van liberando la misma de manera lenta y paulatina, permitiendo que el suelo conserve su humedad natural.  

Otra condición que reúne la inmensa mayoría de las zonas o áreas con aptitud para producir aguacate, es que son de precipitaciones abundantes, con más de 1.000 mm anuales. Esta condición hace que el cultivo del aguacate no requiera de los acuíferos, los cuales con recargas de la magnitud dicha, hace que estos sean muy estables y abundantes, debido a la alta permeabilidad del suelo.

Un atributo más del cual goza el árbol de aguacate es que las hojas son coriáceas, duras y flexibles, esto evita que se presente una evapotranspiración excesiva; están, además, recubiertas con una cutícula cerosa, que limita la pérdida de agua. Una buena observación después de la lluvia deja ver que las hojas del aguacate no retienen las gotas, y sus ramas permiten que haya una total fluidez.

Se puede agregar otra cualidad más en la relación del aguacate con el agua. Cuando es mucho el calor, la hoja del aguacate cierra sus estomas, que son unas válvulas u orificios reguladores del flujo del agua, presentes por miles, en las partes aéreas de las plantas, especialmente en sus hojas.

Como conclusión, vale retomarlo dicho antes. No hay fundamento de confrontación entre el agua y el aguacate. Por su misma esencia, puede afirmarse entonces que el agua y el aguacate son uno. 

Medellín, COLOMBIA, Diciembre 13/21