SAMUEL
SALAZAR GARCIA
EL “SALOMÓN
DE LOS AGUACATES”.
Juan
Camilo Ruiz P.
juancamilorp@gmail.com
La vida me ha puesto, en unas
ocasiones, en el ámbito académico, científico e investigativo y en otras, en el
campo de la administración, de la producción, de la operatividad. Ello me ha permitido ver que existe, casi
siempre, un muro divisorio imaginario entre el uno y el otro que se hace casi
infranqueable. La posibilidad para poderlo franquear es a través de artículos
científicos, informes de laboratorio, libros extensos, seminarios, simposios o
congresos. Pero encontrar, en una persona la unión de lo teórico y lo práctico como
una forma de desarrollar la vida, el hecho que el conocimiento científico y el
hacer, sean una solo cosa, en muy raras oportunidades las he visto en mi vida.
Pero una de las personas con el nivel máximo entre el saber y el hacer, en
predecir y demostrar, entre el conocer y ejecutar, la vida me dio la oportunidad
de verlo en Samuel Salazar García.
Eso me llevó a través de
conocerlo, tratarlo y gozar de su amistad, a acuñar una expresión para
definirlo: “Samuel, es el Salomón de los aguacates”. Samuel hablaba con ellos y
hacia ver simple y fácil su cultivo.
Tuve la ocasión de conocerlo
a mediados de la década de los 90´s cuando en Colombia, en Antioquia más
concretamente, un grupo de ilusos y aventureros nos dedicábamos a dar los
primeros pasos en el cultivo del aguacate, lo invitamos a hacer parte del primer
seminario que se dictaba en el país sobre el tema. Lo escuchamos absortos. A
partir de entonces se estableció una muy estrecha relación, que habría de ser duradera,
hasta el último día de su vida, y que con el tiempo traería inmensos beneficios
para los productores y comercializadores de aguacate de Colombia y permitiría
desarrollar una verdadera revolución en el campo productivo, con un
inimaginable impacto en los ámbitos científico, económico y social.
En adelante, no hubo
congreso, simposio, seminario, en cualquier parte del país, en el cual Samuel
no estuviera ofreciendo sus conocimientos. Cuando él exponía, los diversos
auditorios y salas de presentación se llenaban a reventar.
Los empresarios que querían acometer
un robusto programa de producción lo tuvieron como su asesor casi que
permanentemente, lo mismo que varias dependencias del gobierno central del país,
que han promovido el cultivo, lo tuvieron como consultor.
Esas estrechas relaciones
que estableció en Colombia le permitieron observar hechos nuevos para
incrementar sus conocimientos sobre el comportamiento del aguacate, dadas las
particularidades que registra el producto en el en el Trópico, llegando a
conocer, con precisión de detalle, la edafología, climatología, fenología y demás
condiciones agroecológicas de muchas regiones y municipios de la geografía
aguacatera colombiana. Desde Alejandría en Antioquia, hasta Güatica, en
Risaralda, pasando por los campos de Caldas, el Quindío y el Norte del Valle.
Este impartir y divulgar conocimientos,
de la misma manera que lo hacía en Colombia, lo hacía también en los distintos
estados de su México del alma, en California, en Perú, en Chile, en Guatemala,
en Costa Rica, en Ecuador, en España, Australia, Nueva Zelanda, etc. con nivel
de detalle pese a las diferencias agrológicas de los diferentes países. Lo vi
saludar por su nombre, a agricultores de diversos países con quienes establecía
relaciones personales y estrechas, preguntándoles por sus huertos, lo mismo que
a investigadores, por el desarrollo de sus experiencias y a comerciantes del
producto, por los resultados de sus gestiones.
Presidía o integraba los
comités académicos de los diversos congresos sobre el tema, tanto a niveles regional,
nacional, latinoamericano y mundial, desde Jalisco, pasando por Pereira, hasta en
los de Australia o Perú.
Es cierto que en Colombia se
ha dado en un tiempo demasiado corto, un desarrollo vertiginoso en el campo del
aguacate, pero para ello han tenido que presentarse y conjugarse situaciones muy
específicas en el campo científico, económico y social, y en esos campos la
presencia e influencia de Samuel, fue preponderante, aunque casi imperceptible
y de bajo perfil, desconocida y casi que ignorada por muchos, especialmente por
los recién llegados y por ello es necesario hacer estas remembranzas, para no
olvidar a los pioneros.
Para el caso colombiano,
desde el punto de vista científico, - que, quien quiera hacerse una idea de su
inmensa obra, solo le basta ver en las redes sociales, los diversos índices de
publicaciones sobre el tema - considero que su papel fue el de actuar como un
promotor, un aproximador, un aglutinador, entre los investigadores de distintas
partes del mundo, con la naciente comunidad científica del país. En los
diversos aspectos, los neoinvestigadores le consultaban y el leía sus
producciones, les recomendaba, les aportaba, como puede constatarse posteriormente
en sus bibliográficas de los escritos correspondientes.
Con su apoyo fue posible
interactuar con Mary Lu Arpaia, Carol Lovat y otros científicos de la
Universidad de Riverside, en California, con Salvador Ochoa A, Daniel Tellis, José
Luciano Morales, Alejandro F. Barrientos, Federico Hernández y otros más en
México, con Francisco Gardeazabal, Raúl Ferreira, Francisco Mena, Mónica Facio,
Ricardo Cautín, en Chile, para solo citar a algunos, ofreciendo excusas a
aquellos a quienes que no menciono. Sin
un verdadero desarrollo científico, es imposible desarrollar una agricultura de
calidad universal.
Gracias al aporte de los
científicos e investigadores sobre el aguacate, de México, EE. UU. (California
y Florida), Chile, España, Australia, entre otros, que compartieron sin
restricciones y con todo el entusiasmo y generosidad sus conocimientos,
Colombia recorrió en breve tiempo, los largos caminos que a ellos les llevaron
años por andar.
Desde lo económico, es
innegable que, por sus conocimientos y experiencia que fue adquiriendo con el
tiempo sobre Colombia y sus condiciones, fue un gran promotor para la inversión
económica. Sin duda fue muchas veces consultado, porque así me lo permitió saber,
solicitándome el favor de enviarle alguna información o publicación que le
sirviera de base, de apoyo y fundamento para elaborar informes, por importantes
inversionistas y empresas productoras y comercializadoras de distintos países –
México, EE. UU., Chile, Perú, entre otros - que procuraron su consejo y sus
conceptos para descubrir a Colombia como tierra promisoria para el producto y
para hacer con confianza sus inversiones en este campo. Sin ninguna duda, lo
afirmativo de sus apreciaciones ofrecidas, permitieron la oportunidad para que
las mismas se realizaran y hoy Colombia tenga el crecimiento preponderante que
actualmente registra.
Desde el punto de vista
social, sus conocimientos sobre el aguacate y sus condiciones de producción,
sus conceptos agroecológicos y edafológicos ofrecieron certeza y seguridad
sobre las aptitudes de una inmensa cantidad de hectáreas de tierra para el cultivo,
permitiendo con ello que llegara la oportunidad, mediante la siembra y el
desarrollo de actividades culturales del cultivo, el empleo y sustento de miles
de familias, para legiones de hombres y mujeres en este campo agrícola.
No hay que olvidar que, por
diversos factores de todos conocidos, muchas tierras en Colombia que estuvieron
por muchos años abandonadas y sin ofrecer un verdadero beneficio y desarrollar
una auténtica función socail, han encontrado, gracias al aguacate, una vocación
y uso, que descubrieron con los aportes de esta revolución agrícola desarrollada
por muchas personas y entidades, en los cuales Samuel, jugó papel de
importancia.
Con Samuel y con otras
personas y entidades, también muy meritorias por sus aportes, la producción del
aguacate ha permitido que Colombia pase de una estrecha economía de sustento con
características de Siglo XIX, a una agricultura de trascendencia internacional
por sus volúmenes, la dimensión y globalización de su mercado, factores que la ubican
con suficiencia en el mercado mundial, al igual que sus industrias: florales,
del banano, el azúcar, la palma de aceite, etc.
Por lo aquí expuesto, Samuel
Salazar García se ha convertido en un gran benefactor y promotor del desarrollo
económico de Colombia.
Concluyo esta simple nota en
su homenaje, recordando cuando me contaba de una aplicación electrónica elaborada
en el INIFAP por medio de la cual, si se llevaba con rigor el registro de los
programas de nutrición y fertilización requeridos por la fisiología de un
cultivo de aguacate, los cultivadores mexicanos, de cada uno de los distintos
estados, podían hacerle caso a lo que él decía cuando ponderaba el programa: “hoy,
ya se pueden asomar por la venta y van a ver que sus árboles de aguacate ya están
floreciendo.”
Samuel, simpe y llanamente, conversaba
con los aguacates. Sabía con exactitud los días precisos y casi que la hora en la
que iban a florecer, el índice óptimo de madurez y materia seca en la que
estaban, para que la pulpa no se
adhiriera a la fruta por sobremaduracion, para que se diera una óptima fotosíntesis,
una adecuada transferencia de azucares, y para que, en fin, se pudiera lograr
una óptima palatividad que contribuyera a que el aguacate fuera cada día una
autentica primicia en la mesa de cada una de los hogares del mundo.
Querido “Salomón”, querido
Samuel, muchas gracias, paz en tu tumba. Que tengas un buen viento y buena mar.
Entrerríos, Antioquia. Colombia.
Agosto 31 de 2021.